Hacer el presupuesto de la nación, así como el del súper: 2018.

La famosa ley de ingresos y egresos que cada año se discute previo al día de muertos y aparece en las noticias como la más aburrida del día, resulta ser la que más nos afecta en el cotidiano del año siguiente y a estas alturas del partido lo seguimos viendo como la noticia más aburrida.

La ley de ingresos proyectada para la federación, es decir, el país, es decir, todos nosotros, es decir lo que vamos a pagar en 2018 para que funciones la vida pública, la vida de gobierno, los servicios públicos y los lujos de la clase gobernante, sale de nuestra bolsa y seguimos creyendo que no nos afecta en nada.

Saber de dónde van a salir los recursos para sostener las finanzas públicas no es sólo una labor del gobierno, es una labor de todos porque a la hora de la hora, directa o indirectamente sacan de nuestra bolsa el dinero con el que se sostiene el entramado del país.

Este año se ha criticado ampliamente las modificaciones en la expectativa de recaudación que hizo la cámara de diputados sobre los estimados. Como por arte de magia sumaros 43 mil millones de pesos inflando los ingresos del costo del petróleo y al tipo de cambio peso-dólar. Esto para que cuadren los números con los “gastos” extra tras los sismos, cálculos sin ninguna certeza de que esto suceda y por el contrario se puede generar por enésima vez un déficit interno que traiga al traste las finanzas públicas y se compense con más deuda, el cuento de nunca acabar.

Se hizo un ajuste en el ISR con respecto a la inflación de los últimos años, dicen que en algunos casos se va a disminuir frente al incremento de los sueldos pero también se puede incrementar lo que se paga de ISR, o sea, te van a cobrar más ISR del que ya te cobran y tu salario seguirá disminuyendo su tamaño con respecto al poder de compra. Hasta que te toque pagar impuestos el año que entra te vas a dar cuenta de esto.

Obviamente los enormes hoyos de la corrupción pública no aparecen por ningún lado, se ha sistematizado a tal nivel la corrupción en todos los niveles, que parece que incluso puede estar calculada en los montos de ingresos/egresos. Mientras es nula la rendición de cuentas y las penalizaciones patrimoniales de los cargos públicos con obvias imputaciones de corrupción y enriquecimiento ilícito.

El famoso año de hidalgo parece que lleva tres años, 2018 será año electoral, con todo y despilfarro y nos seguiremos quejando del mal manejo del dinero público mientras decidimos no voltear a ver lo que significa el presupuesto anual de la nación que nos implica a todos, directa o indirectamente.

voto1

 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *