Un grupo de cabareteras llamadas Las Reinas Chulas, junto con la Asociación Civil Derechos Humanos, se dieron a la tarea de investigar, transparentar y publicar el presupuesto asignado para arte y cultura en la Ciudad de México.
Iniciaron las gestiones a través de las instancia de transparencia gubernamental y el último informe lo recibieron dos años después. Decidieron investigar el presupuesto público de cultura del 2014 y en noviembre de 2016 recibieron el último dato para realizar el informe.
Uno de los aspectos más interesantes es que las actividades artísticas y culturales en los presupuestos públicos (y en general en las políticas públicas) es la visión de las actividades culturales como actividades complementarias que tienen más que ver con la recreación y con actividades secundarias, que con un verdadero compromiso de la esfera pública por la vida artística y cultural de una sociedad.
Otro detalle interesante que sobresale es la desproporción entre delegaciones de lo asignado. Mientras a la Delegación Cuauhtémoc se le asignan alrededor de tres millones de pesos, a la delegación Iztapalapa se le asignan alrededor de trescientos millones de pesos. Se podría justificar por la densidad de población pero en términos de actividades culturales la delegación Cuauhtémoc parece que genera más en el rubro cultura que la delegación Iztapalapa, o qué se entiende por cultura en cada demarcación.
Y por supuesto muchas de las justificaciones o comprobaciones de este presupuesto público son opacas, poco claras o claramente desviadas a intereses personales o de grupo. Hay comprobaciones de gastos en posadas, desfiles, sueldos (así genérico) y un sin fin de conceptos para justificar gastos millonarios que dudosamente son pasados por actividades culturales.
No estaría mal seguir realizando estas fiscalizaciones desde la sociedad civil para que las prácticas presupuestarias públicas se transparenten mejor y se utilicen para el objetivo concedido que al final de cuentas resultan ser cifras verdaderamente importantes y grandes que determinan la vida pública, que nos terminan afectando directamente. Pero en realidad sólo nos quejarnos sin realmente hacer mucho para mejorar ciertas prácticas desde la sociedad civil. Hay que hacerlo como una práctica común en el área de interés de cada persona.