Dos bandos: el mercado frente a la cultura. Es una tensión permanente entre qué es y para qué sirve la cultura. Sobre todo frente al dinero, frente a las actividades económicas. Dónde está el borde que delimita la experiencia estética frente al puro entretenimiento.
Primero hay que diferenciar la amplitud que ha tomado la palabra cultura. Ya no solamente tiene que ver con expresiones artísticas estéticas o de experiencia. Ya está inmersa en todos los ámbitos. Últimamente incluso hay muchas menciones a la cultura de la corrupción. La palabra cultura en un sentido muy amplio tiene que ver con la forma de hacer algo. De ahí la amplitud en la que se ha extendido su uso.
Antes solamente hacía referencia a las expresiones que tenían que ver de alguna u otra manera con las artes. Cultura es igual a comportamiento y expresión. Aquí nos interesa la palabra cultura en su acepción más cercana a las expresiones artísticas o con cierto interés de sensibilidad.
¿El arte y la cultura deben tener protección del Estado? ¿Debe garantizarlo como un derecho y el acceso a ella de cualquier ciudadano por el simple hecho de ser indispensable para la generación de conciencia, educación y formación no académica del ciudadano? Parece que cuando se habla de lo público y del Estado incumbe a todos, no sólo al burócrata. Incumbe a todos a partir del dinero público. Ese dinero que se va como agua en la administración pública por malos manejos es dinero supuestamente de todos. Y una gran parte debe responder al acceso a la cultura. Que para un Estado represor y corrupto al mismo tiempo es una arma de doble filo porque el acceso a la cultura genera conciencia y una visión crítica. De ahí la conveniencia del mismo Estado de estrangularlo en los presupuestos públicos.
Los mercados del arte que se rigen estrictamente por la ley de la oferta y la demanda no son accesibles para todos los ciudadanos. De ahí que el acceso público al arte y la cultura sea estimulado por los presupuestos públicos para el acceso a la mayor cantidad de personas posible para lograr un cierto equilibrio y todos seamos sujetos de sensibilidad artística como públicos.
Los mercados del arte están muy enfocados sobre todo en el mundo de las artes plásticas. En general un mercado muy conservador. Porque genera riqueza y porque el valor de una pieza cotizada puede hacer grandes ganancias. Además de ser una inversión deducible de impuestos.
La frontera con el entretenimiento por el entretenimiento recae significativamente en áreas de acceso masivo. Que no necesariamente sacrifica la calidad y experiencia estética o no siempre. Ejemplos claros son el cine y la televisión. La cultura anglosajona lo tiene tan claro que invade las experiencias incluso con prácticas ilegales para controlar mercados, como el lobby de Hollywood y las sociedades de inversión con los fondos financieros globales..
Uno podría no creer que una serie de televisión es una expresión de cultura pero sí lo es. Aunque su prioridad de alcance masivo parezca que no.
Como individuos debemos entender lo vital que son las expresiones artísticas para enfrentar la realidad desde una perspectiva más sensible y saber diferenciar entre un objetivo de mercado y uno de mera expresión para enriquecer la experiencia de vida. Amén de confiar siempre de la intuición: me gusta o no me gusta o me están tomando el pelo. En esa medida como receptores de cultura sabremos diferenciar y exigir a quienes firman las obras para que no nos hagan creer que el arte es sólo para unos cuantos versados y para que evitemos el prejuicio que lo masivo generalmente no es sensible ni profundo.