A mediados del siglo XX se trataba como economía informal todo lo que parecía no tenía un proceso industrial tangible sobre una línea de producción e insumos materiales. La era digital trajo consigo muchos reacomodos en las formas de producción y en renombrar procesos, cambiar nomenclaturas o reinventarlas. Entre ellas las actividades intangibles que antes parecían un complemento de los productos y procesos industrializados se reconocieron como actividades productivas en sí misma.
Así nace la idea de la economía naranja. La idea de las industrias creativas como formas de producción “intangible” que crean bienes y servicios en sí mismos a partir de la información y la creación que genera propiedad intelectual. Es en ese momento en que surge la pregunta qué es la cultura dentro de la sociedad de mercado y para qué sirve en medio de las reglas financieras.
La idea de patrimonio cultural comenzó a mezclarse con la de publicidad, diseño, literatura, etc. Es en ese momento que para entendernos aparece la UNESCO para darle validez y definición a las industrias creativas intangibles y ponerle el nombre de industria para que se reconozca como actividad productiva.
La industria del entretenimiento se fue ganando su lugar en medio de la llamada era de la información para colocarse dentro de las industrias formales con más recursos generados.
El diseñador de un videojuego tenía la imagen de un nerd, programador, ocioso e inmaduro hasta que los volúmenes de ventas y las estrategias de mercado lo convirtieron en un autor y joven empresario. Los nuevos ricos ni siquiera se esperaban a terminar la universidad para explotar sus ideas y empresas a niveles globales.
Las artes, la cultura, el patrimonio, la propiedad intelectual, la publicidad, la literatura, la música, el diseño, los videojuegos, etcétera, etcétera, generan una estructura de recursos financieros que ha crecido categóricamente a lo largo del siglo XX como una de las actividades más rentables del mercado global, ya vislumbrando el cotidiano para el cambio de siglo. La industria de la publicidad ha tenido un crecimiento exponencial desde la década de los sesenta y sigue creciendo aceleradamente. Así como la recientemente aceptada industria de videojuegos que va de la mano con la tecnología pero que los contenidos son cada vez más sofisticados y solicitados para un sector global muy competido y en permanente crecimiento.
Dentro del boom de la tecnología y redes sociales, cuando se entronó al contenido como el rey, las industrias creativas dieron un salto cuantitativo en sus procesos y resultados.
Así que la próxima vez que algún preuniversitario se interese por una actividad creativa para estudiar y vivir de ello puede demostrarles a sus padres que las industrias creativas y/o de arte, entretenimiento o cultura, son la tercera actividad más lucrativa en el mundo después de las industrias armamentista y del petróleo.
