El desprestigio progresivo de Trump y los tiempos electorales en México no permitirán un renegociación adecuada del TLCAN:

  • Tanto la administración trumpiana de Estados Unidos como el gobierno de Peña Nieto apuestan que quieren una negociación rápida del TLCAN y tratan de convencernos de que así será. Pero existen elementos para dudarlo. El presidente de Estados Unidos cada día es más débil por su cúmulo de errores a partir de su prepotencia narcisista, junto con la enemistad de los medios de comunicación estadounidenses que le hacen la vida imposible. Y la desaprobación de buena parte de la opinión pública que suma a la gran mayoría de la gente que votó en contra de Trump, con aquellos –todavía no muchos- que han descubierto que fue un error votar por semejante iletrado, y ahora se suman también los abstencionistas que no votaron pero que entienden que Trump es un desastre. Ciertamente su base de 40% de ciudadanos que votaron por él –con sus tintes neofascistas por su racismo acompañado de supremacismo blanco- siguen convencidos de que hicieron bien apoyándolo.
  • En principio las negociaciones del TLCAN deberán iniciarse el 16 de agosto, pero la nube de incertidumbre que arrastra Trump por todas partes permite pensar que bien podrían suspenderse si su capricho así lo decide. Más allá, podríamos pensar que para México quizás la mejor posición sería la de suspender la negociación bajo el argumento de que un presidente saliente –Peña Nieto- no garantiza una negociación sólida. Lo cual se interconecta justamente con el hecho de que Trump se ha debilitado tanto, por el escándalo cada día más fuerte de que podría ser destituido, enjuiciado y llevado a la renuncia, lo cual tampoco sería garantía de una buena renegociación.
  • Pero para nuestra desgracia la administración de Peña Nieto no parece ser atraída por la posposición de la negociación por la enorme dificultad de decirle no al tirano de pacotilla y porque piensan que podría ser un elemento favorable en el 2018, claro, si la negociación es tan rápida como pretenden y si la negociación resulta exitosa en la defensa de los intereses nacionales. Por más que la negociación reciente sobre el azúcar nos permite pensar que los intereses nacionales no parecen ser tan importantes para los tecnócratas.
  • Pero las cosas son más graves todavía si consideramos lo dicho por el gran economista Joseph Stiglitz en una conferencia impartida la semana pasada en la Universidad Iberoamericana. Según este premio Nobel de Economía, Trump no tiene una política económica y sin darse cuenta está generando un círculo perverso al buscar simultáneamente dos cosas incompatibles: de un lado promete la reconstrucción de la infraestructura en Estados Unidos, lo cual implicaría un incremento inmenso en el gasto público; y del otro lado está recortando los impuestos a las grandes fortunas y grandes empresas. Todo lo cual agravaría el déficit de Estados Unidos que de suyo ya está muy endeudado y cuyos acreedores más preocupados son los chinos.
  • Además de la falta de una organización financiera, a Stiglitz le sorprende el hecho de el que el presidente estadounidense se haya lanzado contra el TLCAN ya que el Partido Republicano, del cual Trump ahora forma parte, ha sido históricamente el defensor del libre comercio. Incluso fue con ese partido, bajo la presidencia de George Bush padre, que Estados Unidos negoció el tratado. De paso tuvo a bien aseverar Stiglitz refiriéndose a la primera negociación sobre el tratado: “Les puedo decir que los negociadores estadounidenses obtuvieron casi todo lo que pidieron, si hay algo malo con el tratado es porque así lo quisieron”. 
  • Pensando en los intereses de nuestro país, el premio Nobel consideró que uno de los puntos que podría buscar México en la próxima modernización del tratado sería reforzar el tema agropecuario, pues considera que México quedó en desventaja porque los estadounidenses mantuvieron los subsidios para sus agricultores. En ese sentido sostuvo que los productos agrícolas de Estados Unidos como el maíz y el frijol llegan a México a precios sumamente competitivos, en detrimento de los productores locales quienes no pueden igualar a sus competidores del otro lado de la frontera.
  • Cabe registrar que para los tecnócratas al ser ahora los tres países signatarios del TLCAN integrados e interdependientes, tienen como recursos de negociación la apelación a las dimensiones mismas de los intercambios que ya existen y difícilmente podrán ser disueltos. Para empezar tenemos que treinta y nueve de los 50 estados del vecino del norte tienen como su principal socio comercial a México o a Canadá, esto es, dependen de las compras de estos dos países. De todos es sabido que del tratado dependen millones de trabajos de la clase media y de las clases trabajadoras de Estados Unidos. El Drama es que la realidad le vale a Trump un comino. Para éste el problema no es la preservación de los empleos que dependen del tratado, sino la publicidad propagandística que supone oponerse al tratado en zonas donde efectivamente el desempleo es alto y el número de personas que votaron por Trump también.
  • Para algunos tecnócratas la gran dependencia que tiene ahora México del maíz estadounidense es un factor a favor de los negociadores mexicanos. Por ejemplo, según Luz Elena Reyes, socia en SAI Consultores: “En la parte agrícola está el maíz, en el pollo también somos grandes compradores, y ahí no van a querer que le movamos nada porque somos un país de destino estratégico para la rentabilidad de toda la industria avícola”. Sólo en 2016, México importó más de 800 mil toneladas de pollo estadounidense, mientras que en ese mismo año se compraron más de dos mil millones de dólares de maíz. Lo que no dice Luz Elena es cuál ha sido el costo de esa dependencia alimentaria en número de campesinos mexicanos pobres que no pudieron asumir una competencia desleal desde sus inicios –tal y como sí lo señaló Stiglitz-, ni tampoco señala cuáles son las condiciones para la recuperación económica del campo mexicano. Quizás las dificultades de renegociación del tratado sirvan para un planteamiento creativo de cómo recuperar la producción de granos no transgénicos en México.
  • Por su parte, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, aseguró el pasado 13 de junio que la renegociación se trata de modernizar el TLCAN. Además advirtió Guajardo que si durante la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) algún país busca restablecer aranceles y cuotas, la negociación no va a funcionar –obviamente se refería a EEUU-. Al finalizar su participación en el seminario “Política Comercial para la Competencia y la productividad en México”, aseguró nuestro secretario de Economía que no se debe caer en la tentación de regresar a esquemas proteccionistas, que serían nocivos. Por más que no porque lo digan los negociadores mexicanos Trump dejará de ser proteccionista y ventajoso.
  • Valga reconocer que la retórica en contra del TLCAN que se impulsaba desde Washington ya bajó de tono. En un foro organizado el lunes de la semana pasada por el Wall Street Journal, el secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, sostuvo que su administración puede alcanzar mejores acuerdos comerciales con sus socios por medio de negociaciones, en lugar de llegar al punto de establecer aranceles. Incluso citó como ejemplo el acuerdo azucarero alcanzado por México. Dicho acuerdo acotó las exportaciones de azúcar mexicana, pero las dejó libres de aranceles; sin embargo, fue criticado por los azucareros de EU. En este sentido, el funcionario dijo que acuerdos de este tipo pueden alcanzarse cuando ambas partes están dispuestas a adquirir compromisos razonables. ¿Qué tan razonables serán los enviados de Trump a la renegociación del tratado? Pronto lo sabremos.

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