Ricardo Anaya precandidato del PAN a la presidencia de México, coludido con el PRD y MC en el llamado Frente, logró mantener a raya la presión de ser una figura opaca y desdibujada para finalmente ser el candidato. Es claro que se cerraron algunos pactos para repartirse el botín de los escaños públicos que puedan mantener y que Anaya los represente.
El joven Anaya lleva varios meses siendo cuestionado por sus gastos familiares que no corresponden al sueldo de sus cargos recientes. No ha habido manera que demuestre de dónde salen sus gastos patrimoniales y no le ha importado aclararlo. Aún así dejó en el camino a Margarita, Moreno Valle, Mancera y las huestes que los seguían a cada uno.
Los dejó en el camino no por méritos propios sino por una capacidad negociadora en lo oscurito que le ha permitido ser el candidato del Frente.
Un Frente también muy desdibujado, desacreditado y sin ningún interés en generar una verdadera plataforma. Contradictorio entre una derecha intransigente y una supuesta izquierda ya muy opaca. Es muy claro que lo único que buscan es perder los menos espacios posibles de poder y de control del presupuesto que se han acostumbrado a manejar a su antojo y para sus propios intereses en las recientes administraciones. La consigna parece ser vamos a unir “fuerzas” para perder lo menos posible. Para meternos en el camino a fuerza y evitar nos releven. Porque la más grande necesidad de la población, que les tiene sin cuidado, parece que es: el cambio real.
Pero el cambio para dónde, no hay para donde voltear. Las promesas de AMLO no son suficientes con un programa mal presentado y con muy poco sustento.
El pragmatismo del PRI va por el mismo camino y la profunda desconfianza que genera Anaya por ser poco claro y arreglar todo tras bambalinas generan desconfianza por todos lados, no hay realmente a cual irle.
Pero estamos a expensas de los poderes reales, económicos, financieros y del mercado y vamos a ver quién logra pactar mejor con ellos para que les den la oportunidad de seguir administrando el saqueo y robo del país a través de las arcas públicas. Porque robar mucho con el PRI ya se hizo y ahora se necesita más discreción.
Sigue siendo la voz ciudadana fortalecida la que verdaderamente genera cambios sociales y políticos, no las promesas de campaña eternamente incumplidas.