La semana pasada, en un tono jocoso, las redes y noticieros replicaron reiteradamente una nota en la que se daba a conocer que los padres de Michael Rotondo, habitante del estado de Nueva York, habían acudido a un juez federal para demandar a su hijo para que se mudara de la casa ya que no colaboraba en las tareas del hogar ni con los gastos.
Las fotos del juzgado muestran a un “joven” de cabello largo y lentes empañados, un poco desaliñado y de apariencia tímida en un extremo de la sala mientras al fondo junto con su abogado sus padres observan y comentan el interrogatorio del juez.
Más allá del incidente con tono chistoso y con la justificada razón de los padres de obligar a su retoño a volar, un poco ya pasado de años, la realidad es que muchos jóvenes o personas recién egresadas de la universidad y en búsqueda de sus primeros empleos no tienen una expectativa de vida clara ni oportunidades laborales que permitan una independencia inmediata en los primeros trabajos. Y así pueden pasar años viviendo en el sofá de la casa de los padres.
No justificamos para nada al hijo baquetón, pero también qué clase de educación recibió en su casa para que el resultado fuera este. Ahora no vaya a resultar que Michael Rotondo es una persona deprimida que tenga acceso a armas y termine siendo noticia de esas que también lamentablemente ya nos han acostumbrado los gringos en épocas recientes con ataques en escuelas. Parece que también ya está un poco grande para eso.
Otra realidad clara del mundo anglosajón es la brutalidad de los costos para la educación universitaria que sobre todo se basan en créditos. Estudiantes que en cuanto terminan sus estudios ya cargan con una deuda de muchos años, casi como una hipoteca, que tienen que empezar a pagar en cuanto consiguen su primer trabajo.
En unos cuantos años seguramente escucharemos de la burbuja educacional porque esos créditos se están volviendo insolventes por los altos intereses y los altos costos de deuda que empiezan a vender dentro del sistema financiero, exactamente igual que como ocurrió con la versión inmobiliaria en 2008, que terminó de explotar. Se está construyendo la burbuja del crédito educativo sin que nadie medie por los individuos con deudas impagables.
Para amortiguar esas deudas los costos de los créditos para nuevos estudiantes se están yendo por las nubes, convirtiendo a la educación universitaria en un artículo de lujo y fomentando al mismo tiempo mucha educación patito que estafa a estudiantes de bajos recursos y ya ni hablar de las masas de jóvenes que no tienen acceso a la educación superior, en Estados Unidos y en el mundo.
En gran medida la actitud de Michael Rotondo obedece a un síntoma social y a generaciones con sociedades urbanas cada vez más saturadas y a las pocas oportunidades o a las bajas oportunidades que de inicio no permiten llevar una vida medianamente digna con los primeros sueldos de la vida laboral para los recién egresados.
Michael Rotondo dijo que apelará la decisión del juez y que va a dar la batalla por seguir su vida en el sofá de la casa de sus padres. Por lo menos tendrá la motivación de tener que cubrir los gastos legales para dicha apelación. Así parece que saldrá del sofá poco a poco.