No sólo se van tus impuestos en los salarios de los políticos y en las instituciones públicas de gobierno. También puede llegar algo de lo que te corresponde pagar para la realización de películas a través de fondos y estímulos que van a las instituciones de cultura. Así como a las instituciones de exhibición y preservación de material fílmico como la Cineteca Nacional.
Bajo este planteamiento eres, de manera indirecta, productor de las películas con dinero público o con estímulos fiscales para producir. De alguna manera esta figura ha permitido que se incremente la producción cinematográfica en nuestro país. Aunque es una gran herramienta ciertas prácticas y contenidos son de alguna manera controlados no necesariamente realizados con el interés de satisfacer al espectador de una manera amplia. Pero sin duda se ha logrado incrementar la producción de nuestro país en años recientes.
¿Qué tan conscientes somos como sociedad que estamos inmersos en parte de esa estructura pública? ¿Habrá maneras de incidir en los películas como simple ciudadano? ¿Habrá manera de exigir como espectadores ciertos mecanismo que nos permitan ser parte del cine mexicano?
El problema endémico ya no es la poca producción, ahora son las opciones para que se vean esas películas. Hay casos que ni siquiera logran un estreno en las las salas de cine. ¿Por qué? Porque el mercado parece estar cooptado por Hollywood.
Ahora que se habla de renegociar el TLC puede ser una buena oportunidad para gestionar condiciones más claras de competencia respecto a las películas de los grande estudios que dominan el mercado global. Una agenda clara que permita dar la oportunidad de ver cada una de las películas producidas en nuestro país para poder generar un mercado interno que revitalice una industria que pueda ser rentable para generar más opciones locales que nos entusiasmen como público y como individuos.