El dilema del instante, una vez que compramos o pagamos algún producto o servicio aparece está micro duda ¿Pedir factura o no pedir factura? ¿se ajusta a mi régimen? ¿vale la pena esperar a que la hagan o mejor entrar a la página de facturación después?.
Las prisas, la decida y la pereza, sobre todo al inicio de la vida fiscal, repercuten en ese dilema que ha intentado ser zanjado por la facturación electrónica. Aunque la respuesta es sí a todo, hay que facturar siempre y todo lo que sea posible, sigue persistiendo cierta duda ante la pregunta ¿requiere factura?.
Una vez que tomas ritmo y ya te has acostumbrado sucede casi en automático y hasta gusto le puedes tomar. ¿Requiere factura? Sí ¿me anota sus datos? ¿a qué correo la enviamos? Es en ese instante justo cuando entiendes que es buena idea cargar una pequeña copia del RFC con todos los datos de aquí a que te los aprendes.
Le tomas gusto cuando por primera vez en tu vida te dicen que tienes iva a favor e incluso puedes recibir un saldo a favor en efectivo de parte del SAT. Ahí ya le diste vuelta al sistema y sientes un orgullo fiscal inconmensurable. ¡Yes! (dices para tus adentros).
Así poco a poco vas tomando ritmo, vas generando confianza, te aprendes tus datos fiscales, facturas hasta el café y te sientes bien con tu conciencia fiscal. Esa parte mental del raciocinio que se niega a estar en orden con el SAT y que seduce cuando el saldo es a favor.
Somos más de 53 millones de contribuyentes, en el año 2016 se generó una recaudación de alrededor de 2.7 billones de pesos. Al parecer va mejorando año con año a pesar que muchas grandes empresas piden más estímulos y logran una ingeniera interna fiscal para tributar lo menos posible.
Nuestra cultura de la recaudación fiscal es casi nula para muchos ciudadanos de a pie. El SAT es el demonio y la corrupción fiscal su satánico arcángel. Pero cuando se vea reflejado en la vida pública y en los beneficios como una ley de paro laboral que te beneficie o cuando exista una renta básica universal, que sientas que realmente te favorece directamente así como los programas públicos cuando funcionen perfectamente, la historia de la recaudación será positiva. Así que siempre sí y sin ninguna duda ante la pregunta ¿facturar o no?.