De la política exterior en la actual coyuntura preelectoral:

Una cosa debe reconocerse, Luis Videgaray después del fracaso monumental de haber incidido para la invitación de Donald Trump a México en pleno proceso electoral de Estados Unidos, ahora parece haber aprendido las lecciones de la no intervención y de la autodeterminación de México ante el país vecino. En la reciente visita de trabajo de Videgaray a Washington de ayer 5 de abril, les pide a sus contrapartes que no se inmiscuyan en el proceso electoral mexicano del 2018; luego de que el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, dijera que un izquierdista (refiriéndose a AMLO) no sería bueno para ambas naciones.

Pero ahí quedó clara otra más de las contradicciones de Luis Videgaray: como se recordará él intervino directamente en el proceso electoral de Estados Unidos favoreciendo a Donald Trump; la visita de Trump a México se dio justo cuando está volaba bajo en las encuestas y el trato presidencial que se le dio le permitió regresar a la pelea; y ahora, Videgaray les suplica que no se metan en casa ajena. Obviamemte se trata de un llamado vacío a la no intervención: el partido de Videgaray coincide plenamente con los estadounidenses de que hay que sumar fuerzas para impedir el acceso a la Presidencia del tabasqueño.

Así también, para agudizar aún más su trato contradictorio con nuestra política exterior, Luis Videgaray aseguró en Washington que no quiere, ni buscará la candidatura presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Pero que sentido tiene declarar en territorio extranjero las intenciones o no de participar en un proceso electoral en México si lo que queremos es que los Estados Unidos no se inmiscuyan.

Es evidente que, tanto en México como en Estados Unidos, se interpreta como posición de debilidad que de un lado se pretenda participar en la renegociación del TLCAN y del otro lado se siga teniendo la intención de ser candidato a la Presidencia. Y que sentido tiene declarar que no se tiene intención de participar en el proceso de la elección presidencial, si todo mundo sabe que los politicos mexicanos están entrenados para negar sus intenciones políticas. Por el momento nadie le creyó a Videgaray que la política exterior le es suficiente.

El canciller viajó a Washington en momentos en que la relación con Estados Unidos atraviesa un periodo de tensión por las políticas del presidente Donald Trump respecto al comercio y la inmigración ilegal, principalmente. Más temprano en un comunicado, la Secretaría de Relaciones Exteriores dijo que durante la reunión con Kelly, Videgaray reiteró su rechazo a la propuesta de aceptar la deportación a México de ciudadanos de otros países. Seguramente resaltó también que la separación de las familias por la campaña de deportaciones es inhumana y contraria a los derechos humanos.

La SRE informó que durante la reunión en Washington, ambos funcionarios dieron seguimiento a temas sobre la relación bilateral, así como a las conversaciones sostenidas durante la visita de Kelly a México en febrero de este año. Dialogaron sobre asuntos migratorios, fronterizos y de cooperación en materia de seguridad, respecto a las nuevas políticas migratorias anunciadas por la administración de Donald Trump y sus efectos negativos en la comunidad mexicana en ese país.

Al parecer, Videgaray hizo énfasis la importancia del respeto al Estado de derecho y el debido proceso en la aplicación de esas disposiciones de deportación y resaltó la importancia de la frontera como una zona de prosperidad y desarrollo compartido, dijo la dependencia. Esta reunión se da luego de que el canciller sostuviera un encuentro con el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, con quien también abordó estos temas.

Para algunos analistas Videgaray aprende rápido el oficio diplomático y a pesar de las grandes coincidencias ideológicas con la derecha estadounidense por el neoliberalismo compartido, ahora nuestro Canciller parece tener una posición de firmeza acorde a los intereses nacionales de México. Aceptó que la relación bilateral se negocie en paquete –seguridad, comercio y migración como partes constitutivas de una misma realidad bilateral- para mejor defender esos intereses; se dice que tiene más clara la debilidad de sus contrapartes desde que la derrota de Trump en materia de salud le dieron cabida de nueva cuenta a los dipositivos de pesos y contrapesos de la tradición democrática estadounidense.

El presidente Trump anda medio “bocabajeado” porque ya descubrió que “no se le puede mentir a todo mundo todo el tiempo” y que los Estados con sus gobiernos no se pueden administrar como negocios privados. También es evidente que su conflicto con los medios y con la comunidad de inteligencia de Estados Unidos fueron errores garrafales de principiante, y también vemos que el escándalo de las relaciones de sus allegados con Rusia tiene más fondo de lo admitido por el entorno trumpiano; y la corrida de Steve Bannon del Consejo Nacional de Seguridad y del primer círculo del poder, permiten pensar que el supremacismo ideológico ya dio de sí o cuando menos tuvo que replegarse, porque Trump ya debe estar preocupado por la posibilidad de salir del poder de la gran potencia antes de lo esperado. En todo caso el debilitamiento de Trump es buena noticia para México porque la amenaza de acabar con el TLCAN se convirtió en la sugerencia de algunos acomodos prácticos solamente.

Trump1

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *