La protesta es un derecho. La protesta pública también lo es, así como el acceso a la cultura y a la libertad de expresión. Y parece ser que el mejor representante occidental de la protesta artística callejera es este muchacho inglés de alias Banksy. Es el representante del street art más conocido y respetado del mundo. Su postura política e ironía son ampliamente reconocidas y admiradas.
Su objetivo es la protesta artística callejera contra el sistema económico anglosajón que ha profundizado en la desigualdad socioeconómica y cultural de la manera más violenta y salvaje, enalteciendo el discurso de guerra.
Una de las obsesiones acerca de Banksy es revelar su identidad, se ha dicho que es un tal Robin Gunningham de Bristol nacido en 74-75. También se ha dicho que es Robert del Naja integrante de Massive Attack y así seguirán las teorías de identidad para intentar humanizarlo, desacreditarlo y bajarle de volumen a su protesta convirtiéndolo en un simple mortal.
La protesta en vía pública (con piezas de arte callejeras, inteligentes) son necesarias en las sociedades desiguales, donde las diferencias son muy marcadas ¿Qué es lo que profundiza esta desigualdad? Justamente la vida pública es donde se notan las carencias políticas y las grandes diferencias socioeconómicas en las ciudades. Inducidas directa e indirectamente por la corrupción (pública y privada) la evasión de impuestos, el uso de paraísos fiscales, la ingeniería fiscal para pagar la menor cantidad de impuestos, sobre todo si eres una mega empresa que quiere evitarlo a toda costa para bien propio.
Esas prácticas desequilibran a una sociedad y crean el bache de la desigualdad que se encadena con la inseguridad y la violencia. Las clases políticas globales están ampliamente desacreditadas, ya sean de derechas o de izquierdas. Y en un país como México donde su principal fuente de ingresos -más que el petróleo el turismo o la maquila- es el tráfico de cocaína y la producción y tráfico de heroína (amapola) pues el botín va de la mano con una sociedad amenazada, con miedo, con desaparecidos y muertos.
Si estas sociedades estuvieran menos desequilibradas social y económicamente la vida pública sería muy distinta. No sabemos si mejor, pero por lo menos el equilibrio social ayudaría a una convivencia tal vez menos áspera. Y seguramente la protesta sería en otros sentidos y de otras formas.
Las estructuras del capital financiero requieren crecimiento al infinito y se alimentan de las industrias más lucrativas: drogas, armas, guerra, violencia, petróleo, etcétera. Y alimentan el círculo vicioso de crecimiento y crisis. En este contexto las sociedades poco importan, lo que importa es el capital.
De ahí el crecimiento de las protestas y lamentablemente su contención y mantenimiento hasta el límite de explotar pero sin que explote. De ahí la necesidad de más protestas inteligentes y creativas como la de muchos artistas callejeros que sin duda han sido inspirados por Banksy, de quien hay que conocer ampliamente su obra por necesaria. Y de ahí lo necesario de una cultura del bien común comenzando por pagar impuestos de manera sana y responsable. El ejemplo lo tienen que poner los de allá arriba, soñemos.