Hemos estado siguiendo de cerca los elementos de coyuntura que aparecen sobre la inevitable renegociación del TLCAN por la importancia innegable que tiene para México, por el peligro que representa Trump por su peculiar desquiciamiento que lo vuelve una variable impredecible y porque los tiempos electorales en México nos obligan a pensar que Videgaray no las tiene todas consigo: por estar escindido entre su deseo irreprimible de llegar a ser el Presidente y porque para conseguir la candidatura tiene que dar cuentas exitosas en lo que se refiere a la renegociación del tratado y los tiempos no dan margen para ello.
Es evidente que en la renegociación se encuentra la clave de la política exterior de México en la actual coyuntura y en atención al incierto futuro del país. Sabemos que para alcanzar el mejor resultado posible se impone la necesidad de una alianza estrecha entre México y Canadá y al parecer ahora ésta es posible por la agudización de las contradicciones entre Trump y Trudeau.
Ha sido intenso el trabajo de cabildeo tanto del canciller Luis Videgaray como de nuestro secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, en Washington, para convencer a quien se deje que podría ser un error para Estados Unidos despreciar el valor económico del tratado por las cadenas de valor trilaterales existentes. Y no son pocos los sectores empresariales de EEUU que así lo entienden por tener en México a su cliente predilecto.
Pero el factor de la locura cada día más evidente de Donald Trump impide asegurar que llegaremos a buen puerto. La interpretación que hace Trump del tratado dista de ser racional, porque para él lo que importa no es la realidad sino lo que él dispone que sea esa realidad en términos de su peculiar manera de ejercer el poder: para su pobre juicio el TLCAN ha sido un desastre porque ha significado una pérdida de puestos de trabajo en ciertas zonas de EEUU que le son electoralmente importantes, pero sin darse cuenta o sin querer asumir que son muchos más los empleos que se crearon en Estados Unidos por la funcionalidad del tratado. Sectores agrícolas, industriales y de servicios de Estado Unidos enteros dependen de la existencia del tratado, y lo mismo cabe decir para México y Canadá. Pero no hay peor sordo que el que no quiere escuchar y Trump es de esos.
Según el Financial Times, México y Canadá esperan con temor el inicio de las renegociaciones de un acuerdo comercial fuertemente criticado por Donald Trump. Lo cual podría hacer más daño que bien a la economía estadounidense, pero eso a Trump lo tiene sin cuidado porque lo que le preocupa es su imagen de gran narcisista y no la suerte que corra su país al modo de Nerón en su tiempo. El acuerdo entre EU, Canadá y México, que entró en vigor en 1994, claramente necesita actualizarse para reflejar la economía moderna. Pero el TLCAN ha sido -para efectos de montar una posición de fuerza estadounidense en la negociación- presentado como un villano. Por lo cual ahora parece muy probable que el proceso de renegociación acabará haciendo más daño que bien a las economías de los tres países. Trump piensa doblegar a sus socios y no sabemos si los socios tendrán la fuerza para resistir los embates de un sociopsicópata que pretende confirmar si hegemonía cueste lo que cueste.
Cabe señalar que desde el principio, los beneficios del TLCAN han sido exagerados. La idea de que reduciría la migración mexicana a EU, por ejemplo, resultó ser errónea: la afluencia de maíz estadounidense subsidiado a México sacó a muchos pequeños agricultores mexicanos del negocio y les animó a buscar empleo al otro lado de la frontera. Pero los costos han sido exagerados aún más. La idea de que las reducciones arancelarias en el TLCAN han trasladado los empleos manufactureros estadounidenses a México es equivocada. La evidencia muestra que los verdaderos culpables han sido los cambios tecnológicos junto con el impacto de la competencia china. De hecho, si acaso, el TLCAN puede haber salvado empleos en la industria estadounidense.
Mediante la introducción de la opción de la mano de obra mexicana de bajo costo, las compañías han construido cadenas de suministro eficientes basadas en las ventajas comparativas de las tres economías: EU y Canadá hacen el trabajo más avanzado y calificado, y México hace el ensamblaje más barato. Estas disposiciones probablemente han permitido que EU compita con las importaciones procedentes de China.
No obstante, Trump ha hablado de imponer un impuesto fronterizo sobre las importaciones procedentes de México e intenta obligarnos a reducir nuestra competitividad mediante la apreciación del peso. Pero no olvidemos que México no es prisionero de EU. Sin duda depende mucho del comercio con EU, pero se está convirtiendo en un fabricante de automóviles muy respetado y conectado a las cadenas de suministro mundiales. Además ha firmado muchísimos acuerdos comerciales bilaterales con otros países, incluida la Unión Europea y bien podría ahora ponerlos en valor.
Tenemos ahora que Donald Trump por fin decidió iniciar las renegociaciones del acuerdo comercial con sus socios México y Canadá. Estos últimos han señalado que están listos para comenzar su actualización el tratado. Robert Lighthizer, el nuevo representante comercial de EU, envió al Congreso de su país la notificación requerida de 90 días para el comienzo de nuevas conversaciones comerciales. A su vez Lighthizer dijo que EU esperaba concluir las negociaciones para finales de este año. Pero también señaló que Washington tenía la intención de asumir una línea dura en las conversaciones con Canadá y México, y que estaría buscando cambios fundamentales en la relación.
No olvidemos que Trump ganó las elecciones del año pasado basando su retórica en un mensaje económico anticomercio dirigido a estados cruciales de “El Cinturón del Óxido” (un área geográfica estadounidense anteriormente conocida por su poderoso sector industrial) como Ohio y Michigan, donde numerosos votantes de la clase obrera culpan al TLCAN y al comercio por sus males económicos. Las demoras en la confirmación de Lighthizer retrasaron los esfuerzos para cumplir la promesa del presidente de abordar el TLCAN. Lighthizer se ha negado a confirmar si la salida del TLCAN continúa siendo una opción, aunque Trump ha dicho en reiteradas ocasiones que Estados Unidos abandonaría el pacto comercial si no obtiene lo que quiere de la renegociación.
En su carta, Lighthizer expresó que el objetivo de EU actualmente era la “modernización” del TLCAN, señalando la necesidad de abordar temas como el comercio digital y la actualización de las normas sobre la propiedad intelectual y sobre el comercio de servicios. También indicó que el TLCAN necesitaba incluir nuevas normas laborales y ambientales, así como abordar asuntos como la conducta de las empresas estatales.
La Secretaría de Economía de México reafirmó su deseo de modernizar el TLCAN para afrontar los retos del siglo XXI. Por su parte, Chrystia Freeland, la ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, sostuvo ante el Parlamento en Ottawa: “Lo que Canadá ha dicho desde el primer día es que estamos listos para iniciar las negociaciones en cualquier momento”. Pero ambos países también están tratando de resolver delicados problemas comerciales con la nueva administración estadounidense que presentan el riesgo de envenenar las conversaciones dada la actual prepotencia de los estadounidenses. Trump impuso aranceles a las importaciones de madera canadiense, y ha criticado a Canadá por sus políticas proteccionistas en materia de productos lácteos. Estados Unidos también está involucrado en delicadas negociaciones con México acerca de las importaciones de azúcar mexicana.