El proceso de gentrificación en las grandes manchas urbanas del planeta comienza con la especulación inmobiliaria. Comprar barato para vender (o rentar) caro, mantra del capital. Durante décadas se abandonaron los centros de las ciudades y hasta hace pocos años comenzó el proceso de recuperación, sobre todo en temas de limpieza, seguridad y control del comercio informal con el fin de recuperar la afluencia turística. Así empieza el proceso que se sustenta en las bienes raíces, para recuperar.una zona como un bien turístico.
Este cambio envió a muchos de sus antiguos habitantes a periferias de la ciudad. Inmediatamente después de eso siguieron las zonas aledañas a los centros para ampliar la nueva oferta de barrios de moda. Con el fin de volverlos atractivos para los turistas y sobre todo para la población de clase media alta que regresa a las colonias y barrios recién remodelados y en muchos casos con lavado de dinero a sus anchas, a través de proyectos inmobiliarios que pueden ser rentados por jóvenes de clase media alta, recién egresados y en sus primeros empleos.
Los precios de los alquileres se van disparando y van desplazando a los antiguos habitantes que en muchos casos no son propietarios y no pueden solventar los pagos de las rentas que van creciendo a un ritmo bastante acelerado. No les queda más remedio que salir de la zona rumbo a las periferias para poder acceder a rentas pagables, en muchos casos lejanas a zonas de trabajo, lo que realmente provoca el problema de movilidad en las grandes ciudades, tráfico y aglomeraciones.
Una vez que entra una inmobiliaria, que regularmente puede negociar a un buen precio un edificio en malas condiciones y recuperarlo para inmediatamente encarecerse, llegan los que “calientan” la zona. Primordialmente galerías de arte, tiendas de moda y cafeterías hipsters. De ahí se van desprendiendo más negocios con perfiles similares para atender a la nueva población. Sumando también nuevas oficinas o co-workings.
Es interesante cómo el arte privado juega un papel importante en poner de moda una zona que va creciendo en valor hasta prácticamente volverse impagable para muchos. No hay un control por la alta especulación y la alta demanda en las zonas de novedad.
Esa sigue siendo la tendencia. Se va ampliando la mancha de gentrificación poco a poco desde que se remodelaron los centros de las ciudades. Se va expandiendo por lugares con edificios históricos que van siendo remodelados por el boom inmobiliario que no para de moverse.
Salvo en Boyle Heights, al este de Los Ángeles en California donde han decidido organizarse para evitar la gentrificación, le llaman la nueva lucha de clases y sus métodos son abiertamente violentos. Acciones directas de manifestación frente a las nuevas cafeterías hipsters y violencia directa sobre el intento de las nuevas galerías de instalarse, rompiendo vidrios y acosando a trabajadores.
Literalmente están defendiendo su territorio a golpes para evitar que los desplacen. Boyle Heights tiene una plaza principal que se llama Mariachi, es una zona claramente poblada por migrantes en su mayoría mexicanos que quieren evitar el mismo método de gentrificación hecho en Brooklyn y en muchas ciudades más.
Han declarado una guerra y parece que van ganando, después de vandalizar las galerías sus dueños están desistiendo de seguir en la zona. Uno de los grupos que se defienden con métodos agresivos se llama Ovarian Psychos (Psicóticas ováricas) y parece que están conteniendo la invasión hipster ¿Hasta qué punto el mejoramiento de barrios no implica el desplazamiento? ¿Y hasta dónde el cálculo inmobiliario se dispara velozmente para volver una zona de moda? ¿Cómo hacer convivir el arte y nuevas experiencias sin volverlas elitistas o exclusivas pero tampoco dadivosas o mal hechas?
Por lo pronto póngase al corriente en su renta, amable lector y deje de alimentar a los monstruos que rentan minidepartamentos compartidos por veinticinco mil pesos o más y que los obligan, prácticamente, a quedarse sin comer todo el mes.