El gran fiasco de Donald Trump digno de la “sociedad del espectáculo” a escasos cien días del inicio de la presidencia más incompetente y peligrosa de la historia de Estados Unidos:

  • Se acerca el cumplimiento de los cien días de Donald Trump mal dirigiendo –por decir lo menos- a la gran potencia y poco a poco se hace del dominio público, tanto dentro como fuera de los Estados Unidos, que su gestión ha sido una verdadera estafa política por sus niveles de ineficiencia y falta total de coherencia estratégica y táctica, su insensibilidad ante la desgracia ajena y su ignorancia. El sábado será el día 100 de la administración del republicano, pero también el día 1 de un cierre parcial del Gobierno: de no lograrse la aprobación del Congreso de un nuevo proyecto de gastos automáticamente cerrarán las agencias gubernamentales.
  • Donald ha resultado ser un neofascista inconsistente, deslenguado y provocador. El presidente de Estados Unidos demuestra día a día que efectivamente es un sociopsicópata falto de toda empatía y con verdaderas tendencias delincuenciales. Insiste en no mostrar cuánto ha pagado de impuestos para esconder la verdadera dimensión de su fortuna, la cual al parecer no es tan grande como presume y son incontables los recuentos de sus violaciones a la ley por fraudes cometidos. Viola la ley constante y consistentemente pero al mismo tiempo se arroga el papel de supuesto defensor de la ley (gesto sociopsicopático común entre delincuentes, pederastas y reclusos).
  • Las incongruencias de Trump son constantes. Nos dice bombardear Siria por conmoverse con las fotografías de los niños muertos por el ataque químico de Assad contra la población civil, pero no se conmueve en cambio con la separación de los padres deportados que se ven obligados a abandonar a sus hijos en territorio estadounidense.
  • Sus nombramientos han quedado marcados por las renuncias y despidos tempranos de Michael Flynn, Steve Bannon y Craig Deare. Además el Senado no termina de confirmar las propuestas de Trump a pesar de la mayoría republicana. El caso es que muchas oficinas de primer importancia se mantienen acéfalas y la coordinación del gabinete junto con el manejo de medios son un verdadero “desastre” –palabra predilecta de Trump cuando califica lo que no le gusta como el TLCAN-.
  • Los ataques de Trump a la administración de Obama se han caído por su propio peso empezando por la supuesta reforma del sistema de salud –el Obamacare– y seguido de su acusación falsa de que Obama había dado instrucciones para que se intervinieran los teléfonos de Trump y se le espiara, sin que nunca haya podido demostrarlo. Sin embargo, al mismo tiempo es cada vez más evidente que los rusos efectivamente intervinieron en el proceso electoral de Estados Unidos para favorecer a Trump.
  • Además, ya es una evidencia que gente cercana de la campaña de Trump estuvo en contacto con agentes de inteligencia y diplomáticos rusos. Y si bien no se ha demostrado que Trump haya dado la orden de contactar a los rusos con el propósito de que hackearan a los demócratas y a la propia Hillary Clinton, si recordamos en cambio las flores que Trump le prodigaba en exceso al presidente Putin y sabemos de la colaboración de varios de sus colaboradores cercanos –su yerno y su Secretario de Estado- con empresas rusas.
  • En ese mismo sentido de gran desastre geopolítico y geoestratégico de la administración Trump tenemos sus inoperantes intervenciones militares simultáneas, donde la población mundial pasó del susto inicial a la convicción de la falta de credibilidad de las amenazas de Trump. Primero se fue Trump contra Siria con 59 misiles Tomahawk como supuesta advertencia, pero después se enredaron las cosas con Rusia y lo que parecía una estrategia de intervención imperial en forma terminó siendo sólo un aspaviento publicitario. Después, Trump dio la orden a las fuerzas norteamericanas para que lanzaran la bomba GBU-43/B MOAB en Afganistán, cerca de la frontera con Pakistán, con el objetivo de destruir una red de cuevas y túneles utilizadas como base por el Estado Islámico. 
  • Al mismo tiempo y con el mismo propósito de crear humaredas que tapen su creciente impopularidad y desprestigio, pero también como pretexto ideal para ampliar el gasto militar y favorecer al complejo industrial-militar, Trump se lanzó contra el régimen del dictador de Corea del Norte, Kim Jong Un, jugando al gallo y la gallina. Trump mandó un portaviones y su convoy a la zona extremo oriental amenazada tomando como pretexto el ensayo nuclear que realizó el dictador coreano para conmemorar el aniversario de la muerte de su abuelo. Ciertamente, Corea del Sur y Japón apoyaron la respuesta de Trump contra el régimen de Kim Jong Un y quizás se sienten más seguros si ven a la armada estadounidense en los mares circunvecinos.
  • China, como diferencia, no ve con buenos ojos la presencia militar de EU en la región, pero tampoco va a seguir apoyando a Corea del Norte. Por su parte los rusos también protestaron por el nuevo intervencionismo estadounidense y defendieron la soberanía de la dictadura coreana. No obstante, en términos geoestratégicos la carrera nuclear de Corea del Norte es una amenaza tanto para China como para Rusia, justamente porque impone la presencia del arsenal nuclear de Estados Unidos en la zona. 
  • Por décadas la dinastía de los Kim Jong han usado el poder de las amenazas nucleares para lograr convenios de alimentos con Estados Unidos y así mantener el país en la línea mínima de flotación –el hambre apenas disfrazada para su población-. No será Trump quien les entregue alimentos. Aparte de que al neofascista le conviene tener a Corea del Norte como enemigo aparente porque de hecho nada puede hacer esa dictadura para realmente amenazar a la potencia hegemónica. Sin embargo, el militarismo así alimentado le permite soñar a Trump en un mayor crecimiento económico y en la recuperación de la imagen de Estados Unidos como potencia hegemónica. Asimismo piénsese lo que representa como peligro mundial el arsenal atómico de Estados Unidos en manos de un neofascista, supremacista y racista declarado.
  • A pesar de ello, Trump finta demasiado para ser creíble. Ofensivas como las que inició en Siria y Afganistán debieran estar planeadas como campañas permanentes y no lo fueron; además, para disgusto de la mayoría de los estadounidenses, se trataría de movilizaciones de tropas de tierra con un costo enorme en hombres y pertrechos, sin necesariamente augurar posibles éxitos militares. Si lo que se busca es un resultado de orden geopolítico y geoestratégico, según advirtiera el general Colin Powell, se tiene que actuar con objetivos estratégicos claros que ahora no se tienen, se debe contar con una fuerza aplastante y no parece ser el caso después de haber abierto varios frentes a la vez. Se requiere del apoyo masivo de la población y lejos están de tenerlo, por el contrario la resistencia del pueblo estadounidense contra el neofascista apenas se ha iniciado y ya da muestras de avanzar en número de personas y en profundidad de la protesta. Tanto los amigos de Estados Unidos como sus adversarios ya tomaron nota de que Trump “el hegemón” es indeciso, presuntuoso y mentiroso: características que los hacen problemático tanto para los amigos como para los enemigos.
  • En lo que a México respecta, vale constatar que la construcción del muro fronterizo ya se le percibe en Estados Unidos como muy onerosa y más inútil de lo esperado. Pero Trump sigue insistiendo en que México pagará semejante absurdo. Las deportaciones masivas no se han dado pero si se ha sembrado el miedo entre las comunidades hispanas a través de un ejercicio represivo a nivel nacional en su contra; pero también se ha generado el temor al fracaso entre las compañías y empresarios que se valen del trabajo migrante para abaratar costos.
  • La negociación del TLCAN es más lenta de lo que esperaba Videgaray, porque los procedimientos legislativos en EEUU. No queda ningún resquicio para pensar que sucederá antes de mediados del próximo año y ya para entonces el proceso electoral en México se nos habrá echado encima y los gringos tendrán la fuerza de pretender negociar cuando apenas sabremos quien queda como Presidente en México.
  • Y quizás lo más grave es que no se pueden tener parámetros de cómo sucederá la negociación, justamente porque Trump no es confiable ni predecible, utiliza el terror o siembra del miedo como sus tácticas inamovibles de negociación. Obviamente si nos descuidamos podría darnos un susto o sorprendernos con un juego unilateral a pesar de que parecía que ya se la habían bajado los humos. Trump daba la impresión de que ya había dejado de lado su fobia contra el TLCAN. Pero ahora parece regresar a utilizarlo como motivo de siembra del miedo en México, tal y como ya los hace con los mexicanos que viven en Estados Unidos. Para endilgarnos otra vez el rol de chivos expiatorios. Si alguien piensa que el supremacismo blanco es una enfermedad como la gripa se equivoca, es toda una disposición ideológica profunda que en la adversidad en lugar de menguarse se acentúa, y el descenso de Trump apenas empieza al cumplir 100 días del más perfecto desgobierno.  

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