Por más esfuerzos para reducir a Trump a su debida dimensión y no darle tanta importancia, no se pueden pasar de largo los exabruptos que hacen olas concéntricas de descomposición interna y externa de EEUU. Para festejar sus “éxitos” de los primeros cien días de gobierno, Donald Trump, en un mitin celebrado en Pensilvania el pasado 28 de abril caracterizado por el fanatismo de sus seguidores, destacó lo que en su opinión son logros de su gestión, justo cuando todo mundo en sus cabales piensa que ha sido un rotundo fracaso temprano en estos tres meses de desgobierno, provocaciones militares y conflictos internos en su gabinete. Su actitud era retadora y provocadora. Se trata del típico terrorista de Estado que se regocija del temor sembrado en sus enemigos y en sus aliados.
Su mitin de los cien días se organizó como si estuviera en campaña electoral, los asistentes eran los seguidores de un neofascista que responden a cada una de sus provocaciones festejándolo y reafirmando que expresa bien los que todos sienten: odio racial antimexicano y anti musulmán. En los mítines de ese tipo es donde Trump se siente mejor; cree que el mensaje es recibido cuando se le aplaude; su ignorancia coincide con la ignorancia de los oyentes.
En el mitin de referencia lanzó sus diatribas ya habituales contra la prensa y sus seguidores sacaron con violencia a un reportero con la anuencia del líder. Nunca visto: un presidente de Estados Unidos aprobando el práctico linchamiento social de un pobre reportero para alimentar a la jauría. Es dentro de ese cuadro clínico que podemos afirmar que Trump es más peligroso de los que suponen aquellos que han registrado sus fracasos de los cien días.
Desde el punto de vista del racismo desencadenado como siembra del miedo se debe advertir que se trata de círculos de retroalimentación del odio contra los distintos. Por ejemplo, no se ha incrementado el número de deportados de modo significativo en comparación con los deportados por Obama, pero en el modo de deportarlos va la advertencia: no se trata de solamente expulsar a los indocumentados sino de vejarlos antes para dejar claro el mensaje del odio a esos invasores de cultura distinta. O la otra, Trump ha demostrado a los largo de su vida que la ley le es insignificante, pero su discurso contra los indocumentados parte de una supuesta vigilancia de que la ley se cumpla.
Para México su discurso estuvo cargado de sus prejuicios habituales antimexicanos: refrendó que las deportaciones han sido todo un éxito por el descenso significativo de migrantes indocumentados; amenazó que de no alcanzar una buena negociación sobre el TLCAN entonces Estado Unidos se retirará del acuerdo –como negociador siempre deja la guillotina levantada-; reafirmó que la construcción del muro irá, ciertamente se abstuvo de decir que México lo pagaría, y reiteró que Peña Nieto y Trudeau son buenas personas-; defendió el muro como barrera de contención de migrantes y drogas sin importarle un segundo que haya opiniones mayoritarias en contra de la construcción del muro; y no hizo ninguna referencia sobre seguridad pero se entiende que la presión para que México siga poniendo los muertos en la guerra contra las drogas seguirá siendo permanente, por más que Canadá ya anunció que legalizaría la mariguana de usos recreacional.
Y valga decir de paso que Canadá está cambiando su posición ante Trump. Se dice que el desaguisado de la contradicción de Trump de sostener que se saldría del TLCAN para después decir que siempre no, se debió a una contradicción con Canadá en materia de compra de quesos estadounidenses y venta de quesos canadienses. Pero más allá se observa que el primer ministro Trudeau ya entendió que Trump es la mar de inconsistente en sus amenazas y tiende a repetir los esquemas: primero golpea y después cambia de canal por falta de concentración ante sus propias agresiones. Algunos ya lo califican a Trump de bipolar y otros lo hemos calificado de sociopsicópata por su carácter agresivo sin sostén de motivos y debilidad en los términos de sus agresiones. Cuando más se aprecia que con México su comportamiento es más consistente en la agresión porque nos escogió como chivos expiatorios.
Durante el ominoso mitin declaró ante una multitud que “grandes batallas” quedan por delante, y mencionó una lista de los que dijo han sido sus logros. El mandatario republicano indicó que ahora “hay que prepararse para las grandes batallas que vienen y que ganaremos en cada ocasión”. Según Trump los mayores logros de sus primeros 100 días incluyen: la confirmación por el Senado de su candidato a la Corte Suprema; sacar a Estados Unidos del acuerdo comercial Transpacífico; un mercado bursátil en alza y la flexibilización de las regulaciones para la exploración de fuentes de energía. Ciertamente escondió los numerosos reveses sufridos, entre los que destacan, su fracaso para reformar el sistema de salud heredado de su antecesor demócrata, Barack Obama, y la suspensión por la justicia de sus decretos contra la inmigración. Sin embargo, Trump prometió una campaña de deportaciones masivas de los más de 11 millones de inmigrantes en situación irregular, independientemente de su situación familiar.
La construcción de un muro en la frontera con México se ha convertido en marca de su administración aún si todo indica que está resultando más difícil de lo esperado. El símbolo del muro le funciona porque sus partidarios lo interiorizaron como la manera de expresar su descontento ante un sistema global que los ha metido a una posición desfavorable. Ahora sabemos, que el financiamiento del muro debió ser retirado esta semana de un proyecto de ley de presupuesto, para evitar la parálisis del gobierno federal con la que amenazaban los demócratas.
La oposición demócrata describe el principio del mandato de Trump como un desastre y un periodo de gran inestabilidad. Además se dio el lujo de despreciar y ofender a los periodistas que cubren Casa Blanca. El presidente dedicó buena parte de su discurso a atacar duramente a los medios, a veces mencionándolos por su nombre como es el caso reiterado del New York Times. Valga decir que de modo simultáneo de desarrollaba el mitin a la misma hora se desarrollaba la cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca. Evento tradicional de los presidentes de Estados Unidos, Trump decidió saltárselo al estimar que es maltratado por los medios.
Para los activistas mexicanos y mexicano-americanos los primeros cien días de Trump han sido una verdadera pesadilla. Durante su administración el mandatario neofascista ha firmado 31 órdenes ejecutivas para cambiar las prioridades de detención y deportación de indocumentados. Aparte de que abrió una oficina para víctimas de crímenes cometidos por inmigrantes. Con diversos matices para los activistas la guerra contra Trump apenas empieza. Dirigentes de la Coalición por los Derechos Humanos de Inmigrantes, de la Coalición por los Derechos Plenos y la Red Nacional de Jornaleros, manifestaron que los primeros 100 días de gobierno del presidente Trump “representan el secuestro más significativo del gobierno estadounidense”. Advierten que Trump ha demostrado su ineficiencia para trabajar con otros, incluso con miembros de su propio Partido Republicano. Sostienen que el presidente Trump ha utilizado sus primeros 100 días en el cargo para dividir a Estados Unidos en inmigrantes y no inmigrantes, y además su retórica antiinmigrante ha sido tóxica, incendiaria y representativa del discurso de odio. Trump, aseguran, es un peligro para la seguridad nacional provocando conflictos simultáneos sin necesidad, ha lastimado las salud por su obesión de acabar con el Obamacare, diariamente atenta contra la libertad religiosa al condenar a los musulmanes, la dignidad de las mujeres, atenta contra el medio ambiente al pretender que Estados Unidos se sustraiga de todos sus compromisos sobre calentamiento. En fin, Trump es un desastre.
Por otro lado, ayer el Secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, consideró que entre más se acerquen las eleccionespresidenciales en México, más difícil será aprobar cualquier acuerdo respecto al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Sostuvo Ross que:“La clave para el calendario de negociaciones son las elecciones presidenciales en México del próximo año”. Sin embargo, afirmó que el gobierno del presidente Donald Trump pretende renegociar el TLCAN y no retirarse de él, aunque calificó el acuerdo de 1994 como “un tratado antiguo” que no hace nada para abordar la economía digital.Además, señaló que el tratado hace muy poco por los servicios y tiene muchas condiciones “obsoletas”, como las normas de origen, que dejan ingresar demasiados componentes y productos desde fuera de Estados Unidos, Canadá y México. Pero lo más grave, para nosotros mexicanos, es que Trump es un hombre sin palabra, de ocurrencias y odios antimexicanos que no permiten confiar un segundo que en última instancia no decida salirse del tratado.