Casi con prisa, siendo el último punto de discusión, y ya prácticamente a medianoche, se aprobó la nueva Ley de Cultura por parte del Senado Mexicano. Una ley que se vuelve a quedar corta frente a las necesidades reales del país, con dudas en su operación y ejecución que ahora pasa a la Cámara de Diputados para su análisis y en seguida a la Presidencia de la República para su promulgación.
Se mantiene la confusión y sinónimo entre arte y cultura. Se mantiene la confusión entre identidad, turismo y mexicaneidad, sobre todo sostiene una visión filantrópica de la cultura. Así como una invitación a la participación privada, prácticamente sin reglas de operación, que ponen en peligro zonas arqueológicas por el lucro sin visión cultural.
También se van a regalar vales de cultura a los que no tienen para comer. Gracioso. Hay que ahondar en su análisis y reflexión de la nueva ley para confirmar o no el reflejo de esta sociedad frente a la aspiración de legislar a la cultura como un derecho constitucional.
Existen infinidad de legislaciones en México que en muchos casos son de un gran diseño normativo y operativo pero que en su ejecución y cumplimiento son letra muerta. Como la Constitución misma. Garante de una serie de derechos inigualables y justos pero que en la práctica parecen un chiste.
Se aprueba una nueva ley de cultura con prisas y con huecos, aletargada por mucho tiempo. Que en plena justificación de temas más importantes como seguridad, corrupción, educación se relega a un segundo, hasta un tercer plano, se relega la visión de cultura de una nación. Presentándola, obviamente, con su necesario tono triunfalista con olor a demagogia, característica principal de la clase política:
“Hoy podemos celebrar que dejemos atrás los atavismos burocráticos que tenían al sector cultural estancado. Las políticas públicas culturales dejarán de ser esfuerzos aislados, gracias a la implementación de eficaces políticas públicas transversales capaces de enfrentar nuevos retos y de proteger la riqueza y diversidad cultural de nuestro país, así la cultura será una prioridad de la política de Estado.”
Lo anunció Gerardo Sánchez, presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Senadores, integrante del grupo parlamentario del PRI.
El fenómeno legislativo redacta un paraíso mientras la realidad nos demuestra un país sin ley. La corrupción, la inseguridad, el narcotráfico se limpian el sudor con hojas de letra muerta, y ahora le toca a la cultura, lamentablemente. Pero refuerza la necesidad de la labor ciudadana de estar al tanto de su implementación y funcionamiento a manera de observadores para corregir su funcionamiento y objetivos.