El fiasco del segundo debate de los candidatos a la gubernatura del Estado de México sólo es equiparable al fiasco del primero:

 

  • Uno de los pecados capitales de los políticos mexicanos es la simulación: hacer aparecer que hacen lo que no hacen. En el debate del 9 de mayo los candidatos a la gubernatura del Estado de México aparentaban debatir sin hacerlo realmente. Los consejeros políticos bajo las órdenes de sus candidatos habían –por segunda vez- impulsado que el debate se hiciera bajo un formato de bajo riesgo que permitiera llevar a feliz término el debate sin debatir.
  • De modo curioso los candidatos y sus equipos califican el intercambio de ideas como riesgoso y al mismo tiempo, para coincidir con el espíritu de los tiempos del combate obligado contra la corrupción, no les parece riesgoso entrar al juego de las acusaciones mutuas por corrupción. En juego pernicioso de ignorancia, las elecciones en México tienen como condición la de comprar votos por las vías más anacrónicas y grotescas y al mismo tiempo se trata de que los candidatos no digan lo que piensan.
  • La pretendida alta política en México se ha convertido en la búsqueda incansable de recursos gigantescos –legítimos e ilegítimos, bien habidos o mal habidos- para sostener campañas extraordinariamente costosas justamente porque suponen la compra de espacios publicitarios y votos a sabiendas de que eso sale muy caro, pero también porque el éxito político es medido por haber accedido o no a la obtención de recursos gigantescos.
  • Para la ciudadanía el espectáculo es el de contemplar que todos o casi todos los candidatos tienen actos de corrupción a ser desentrañados y en el fondo se crea una expresión única del universo político mexicano: se vale acusar al otro de corrupción pero todos saben que la impunidad predominará y el ser acusado de malversación o otras formas de atraco no tiene consecuencias jurídicas. Y como la impunidad predomina todos cruzan acusaciones bajo una doble circunstancia: la de saberse ajenos a cualquier posible persecución de la justicia, de un lado, y del otro al saber que no están obligados a responder a las acusaciones de los otros candidatos. Una especie de juego de Juan Pirulero donde cada quien atiende su juego.
  • El segundo debate de los candidatos al gobierno del Estado de México confirmó como punteros al priista Alfredo del Mazo y a Delfina Gómez de Morena. Por eso mismo se centraron los ataques en su contra para tratar de desarticularlos. Los temas a abordar esa noche eran salud y educación, economía y empleo y desarrollo sustentable, aunque los candidatos lo llevaron poco a poco a temas que se presentaron en el primer debate: corrupción y seguridad. Pero más allá, parecía que la competencia se establecía en torno a quien prometía más y todo en falso. Ofrecer la creación de un millón de empleos era pan comido, sobre todo, porque no tenían que explicar cómo lo harían -Del Mazo aseguró que creará un millón 200 mil empleos y Josefina ofreció un millón de empleos-.
  • Pero ahí cabe observar en términos antropológicos, que la ciudadanía, la cual al parecer prefirió en masa no ver el debate, se encuentra ante la disyuntiva que tener que escoger entre candidatos corruptos y mentirosos. Ahí la cultura política mexicana pone en interacción los actos de simulación junto con el obligado silencio de los ciudadanos que impotentes contemplan como la política es un teatro al que sólo son invitados momentáneamente, para ratificar que alguno de los evidentes tramposos terminará gobernando, en otro juego de simulación sin fin donde imperarán la corrupción y la impunidad. Para al final tener que elegir al supuesto candidato menos malo que una vez ya gobernando demostrará que es malo y medio.
  • Josefina Vázquez Mota centró sus ataques contra Del Mazo con dos acusaciones, sin duda graves, pero que no tuvieron mayores consecuencias. La primera sostiene que cuando Del Mazo fue presidente municipal de Huixquilucan sus cuerpos policiacos dieron total protección a los grupos del crimen organizado. Para supuestamente demostrarlo Josefina arguyó: “Cómo tu policía protegió a los narcos más importantes. En Huixquilucan se atrapó al “Indio” y declaró que había comprado a toda tu policía, ese narco que baleó al futbolista Salvador Cabañas; y tú nunca cuidaste a nuestras familias… Esas son las familias que tú protegiste y hoy tienes que responder”. Por supuesto que Del Mazo no respondió pero la acusación sí tiene fundamento. La segunda acusación fue que el PRI y su candidato tienen vínculos de corrupción con las  empresas OHL y Grupo Higa. De paso Josefina denunció que el gobierno del estado amenaza a la población de que si no vota por el PRI, les retirarán beneficios y programas. Pero lo que quedó claro es que Josefina ya perdió.
  • Del Mazo agudizó la confrontación y enfocó baterías contra su contrincante más cercana en las encuestas, al acusar a Delfina por no está preparada para gobernar. Le reiteró la acusación de los descuentos que Delfina impuso del 10 por ciento al salario de los trabajadores del municipio de Texcoco, para entregarlos supuestamente a Higinio Martínez y su grupo político. Y, con la arrogancia y rigidez que lo caracterizan, Alfredo del Mazo se dijo preparado para asumir la responsabilidad del gobierno de la entidad más poblada del país: “Durante muchos años me he preparado para ser gobernador. Como presidente municipal y como diputado demostré que soy un hombre que sabe escuchar y trabajar en equipo”.
  • Por su parte, la candidata de Morena, Delfina Gómez, volvió a utilizar la frase que le dio fama y la repitió en tres ocasiones: “voy requetebién en las encuestas y por eso están preocupados en el PRI”. Sobre su falta de experiencia le reviró al priista que: “no necesita experiencia para robar y para mentir. Esa, gracias Dios, no la tengo”. Expuso que con la experiencia de una “maestrita” sí se puede llegar a gobernar. Digamos de paso por nuestra parte, que el PRI sin duda está preocupado pero Delfina también, de ahí que hiciera un llamado a los otros candidatos de supuesta  izquierda a declinar a su favor.
  • Del Mazo sostuvo que “ninguna reforma ni ningún modelo educativo estará por encima de los derechos de los maestros. De eso me voy a encargar yo”. Al respecto, la panista Vázquez Mota recriminó al final, sin mayor abundamiento por cuestiones de tiempo, la relación de Delfina Gómez con Elba Esther Gordillo.
  • El perredista Juan Zepeda acusó a Delfina de “doble moral”, pues se ha hecho acompañar en su campaña de los senadores ex perredistas, hoy de Morena, que votaron a favor de la reforma educativa. Zepeda expuso prepotente: “nadie es opción y que el tiro es entre tú y yo, Alfredo, porque caballo que alcanza gana”. De paso acusó al priista de ser muy cercano a los grupos empresariales.
  • Recordemos que en el curso de la semana Zepeda sostuvo que no piensa declinar a favor de Delfina para unificar el voto de izquierda, tal y como se lo pidieron tanto Delfina como López Obrador. Y que más bien Delfina debía renunciar a su candidatura para apoyarlo a él. El caso es que la declinación de Zepeda a favor de Delfina podría ser definitiva para derrotar a Del Mazo, pero no son pocos los analistas que sostiene que entre el PRI y el PRD puede haber un contubernio para derrotar a Morena.
  • Lo cual nos lleva a recordar también que la presidenta del PRD, Alejandra Barrales, sostuvo que ellos seguirían peleando por la gubernatura y que si quieren unificar el voto de izquierda esto tendría que suceder a favor de Zepeda porque va avanzando.  
  • Notoria fue también la andanada de ataques de la candidata independiente en contra de Delfina Gómez, al acusarla que ella “no es tan honesta como dice y que también es parte de la mafia del poder”. Fue tal la andanada que no pocos pensaron si realmente era tan independiente la candidata o ya había decidido participar en la atomización del voto para favorecer a Del Mazo.
  • En breve digamos que fue un debate que de poco sirvió a los ciudadanos a decidir su voto. Fue un encuentro lejos de representar a “la sociedad del espectáculo” por los sobreactuados y aburridos de los partícipes. En términos intelectuales fue un cero rotundo. La única cualidad del encuentro fue la demostración de que la moneda sigue en el aire para preocupación de Peña Nieto y de la vieja clase política mexiquense que no sólo no están habituados a perder, sino que sus altos índices de corrupción en el presente y en el pasado podrían ser motivo de persecución judicial de ganar un no priista.

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