Trump sigue jodiendo pero terminará pagando, quizás con su destitución:

  • El síndrome Trump es el de las arenas movedizas de las viejas películas, más se mueve y más se hunde. Ya no sólo es el presidente más impopular en la historia de Estados Unidos sino es el más detestado a nivel mundial. Se fue huyendo de la crisis interna, por sus supuestos nexos indebidos con Rusia –de él y de sus allegados seguramente siguiendo sus órdenes-, realizando un largo viaje de 9 días y a su regreso no sólo las aguas no se habían calmado sino que el huracán seguía sin amainar tanto adentro como afuera de Estados Unidos.
  • Nunca se olvidará la cara de claro descontento y quizás asco apenas disimulado del Papa Francisco al verlo. Además logró lo imposible, romper de facto con los aliados europeos de Estados Unidos con el evidente descontento de Francia y Alemania. El presidente Macron le dejó lívidos los dedos en aplastante apretón de manos; quedó grabada la leperada de Trump al empujar al primer ministro de Montenegro para salir en primer lugar en la foto; la canciller Merkel no se cansa de repetir que su distancia con Trump es total y que de ahora en adelante los europeos tendrán que rascarse con sus propias uñas.
  • Para los europeos Trump juega con fuego aliándose con Vladimir Putin en los hechos, al mismo tiempo que repudia la Organización del Atlántico del Norte (OTAN) por supuestas diferencias presupuestales en las cargas para mantener la alianza. Cuando en el fondo lo que Trump no admite es la independencia de la Unión Europea que bajo ningún concepto aceptará la subordinación a un enfermo mental como Trump. Siendo quizás ahí donde Trump muestra con mayor fuerza su disponibilidad a romper el orden y equilibrios internacionales para subordinar a quien se deje en medio de la tormenta desatada.
  • Como bien recogió la prensa, el mandatario estadounidense rechazó suscribir el artículo 5 del Acta de la OTAN que señala: “un ataque militar a un miembro de la Alianza, será considerado como un ataque a todos los miembros y demandará respuesta colectiva de defensa”. De ese modo rompe Trump con un viejo paradigma de la defensa colectiva europea en alianza con Estados Unidos que fue determinante para contener a la Unión Soviética durante el período de la guerra fría. Quedando al descubierto el unilateralismo que es lo único que Trump parece entender bajo la consigna de “América primero”.
  • Los países árabes le dieron el avión admitiendo de dientes para afuera que no apoyarán fundamentalistas terroristas cuando todo mundo sabe que los terroristas nacidos en Europa o en Estados Unidos no reciben órdenes de los déspotas árabes. Presumió Trump que lograría la paz entre Israel y Palestina pero todo mundo sabe que no tiene ni la consistencia ni los conocimientos para alcanzar algo de esa envergadura.
  • En la cumbre del G-7 en Taormina, Italia,  fue claro que Trump es el único orate solitario que no entiende que el calentamiento global es un hecho. Trump se negó a suscribir los Acuerdos de París sobre Cambio Climático arguyendo que lo pensaría, pero todo mundo sabe que repudia esos acuerdos y nada ni nadie lo obligará a firmarlos. No sorprende entonces que hasta su esposa Melania mostró su reticencia a verse demasiado afectuosa con su marido retirándole la mano cada vez que aquel pretendía tomarla.
  • Pero la locura de Trump de resarcirse rompiendo todos los equilibrios y haciendo temblar a los antiguos aliados al amenazarlos de retirarles su apoyo, o amenazándolos de que no intercambiará comercialmente más con ellos, es una posición de fuerza pírrica. Cada día se discute más en el mundo entero la posibilidad de que Donald Trump sea destituido legalmente como presidente antes de finalizar su primer mandato. Algunos analistas hablan de impeachment, es decir, de juicio político. Sin embargo, se considera que para que esto suceda por lo menos veinticinco miembros republicanos y la totalidad de los demócratas de la Cámara baja tendrían que votar a favor de la destitución.
  • Como señala Jorge G. Castañeda en artículo reciente: “Otro elemento de cálculo involucra las elecciones de medio periodo de 2018. Muchos piensan que si los republicanos enfrentan una verdadera debacle al perder su mayoría, tanto en la Cámara baja como en el Senado podrían optar por defenestrar a Trump antes de dichas elecciones. Esta hipótesis no es descabellada, pero implicaría que los partidarios de Trump en el electorado –aproximadamente 40 por ciento– dejaran de apoyarlo con el entusiasmo que aún destilan: más de 80 por ciento de ese 40 por ciento sigue aprobando su labor.”
  • Sin embargo, cada día surgen nuevas versiones o filtraciones relativas a los posibles contactos del yerno de Trump, Jared Kushner, de su hija Ivanka e incluso sus dos hijos, con el gobierno de Rusia. Hasta ahora ninguna de estas investigaciones o filtraciones parecen implicar delitos penales. Sin embargo, es perfectamente posible que existan motivos para pensar que se trata de relaciones si no delictivas al menos sospechosas.  
  • Pero el escándalo de la conexión de Trump con Rusia durante el período electoral sigue estando en los medios como noticia del día porque no pasa semana sin que aparezcan nuevos elementos que hacen cada vez más verosímil la posibilidad de que los rusos ayudaron a Trump a instalarse en la Casa Blanca. Cabe recordar que en el imaginario colectivo Rusia sigue siendo un país hostil que nunca ha dejado de ser del todo el enemigo o cuando menos el rival legendario y peligroso.
  • Por más que el tejido de la vida de Trump en la presidencia presenta a modo de nodos o puntos de enlace una trama de escándalos que reflejan un equipo particularmente disfuncional. Justo hoy 30 de mayo, renunció  el Director de Comunicación de la Casa Blanca, Mike Dubke. Sólo se mantuvo en el puesto poco más de tres meses. La noticia llega en medio de una serie de titulares negativos sobre los contactos del presidente con Rusia, entre ellos informaciones de que su yerno y consejero principal, Jared Kushner, consideró la posibilidad de crear un canal secreto para comunicarse con el Gobierno ruso antes de que Donald Trump asumiera su cargo como presidente.
  • Nótese que Trump está cada vez más frustrado por la cobertura de los escándalos de su administración por parte de los medios de comunicación. El mandatario enloquecido regularmente comenta su descontento con las noticias. Para afirmar sin el menor recato en uno de sus mensajes digitales: “Es mi opinión que muchas de las filtraciones que salen de la Casa Blanca son mentiras inventadas por los medios #FakeNews”. De hecho Trump se lanzó contra los medios que le son críticos en guerra abierta y dentro de su pulsión narcisista de sociopsicópata cualquier crítica se inscribe en la supuesta guerra que el mal abrió contra el bien por el representado. El maniqueísmo de Trump sólo es equiparable al de Hitler: el bien son ellos y el mal son todos los demás. La única dignidad reconocida por los narcisistas fálicos –según la expresión de Wilhelm Reich- son los subordinados que dejaron de ser ellos mismos.  

trump-3

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *