Trump retira a Estados Unidos del acuerdo de París sobre cambio climático:

  • Donald Trump decidió retirar a EU del acuerdo de París sobre cambio climático firmado en 2015. Con la habitual ambigüedad que lo caracteriza, Trump anunció su decisión aberrante, hoy primero de junio de 2017, para al mismo tiempo señalar que estaría dispuesto a firmar un nuevo acuerdo. Ya Trump anteriormente había calificado el calentamiento global como una farsa inventada por China, y había anunciado que no apoyaría el histórico acuerdo el sábado pasado en una cumbre del G-7 diciendo que necesitaba más tiempo para tomar una decisión. Pero también mentía: ya había tomado la decisión de salirse del acuerdo.
  • Recordemos que dicho acuerdo, suscrito por 195 países en la capital francesa en 2015, tiene como objetivo limitar el calentamiento del planeta mediante la reducción del dióxido de carbono y otras emisiones provocadas por la quema de combustibles fósiles. En virtud del acuerdo sobre cambio climático, todavía bajo el mando del ex presidente Barack Obama, Estados Unidos se comprometió a reducir sus emisiones para 2025 en un rango de entre 26 y 28% con respecto a los niveles de 2005.
  • Según algunos observadores, la decisión de Trump de retirarse del acuerdo climático fue influenciada por una carta de 22 senadores republicanos, incluido el líder de la mayoría en la Cámara alta, Mitch McConnell, quienes pidieron una salida del compromiso climático por la supuesta desventaja que ese acuerdo significa para la industria norteamericana. Lo cual es falso, no son pocos los analistas que han demostrado que los empleos producidos por las energías alternativas son de lejos más numerosos que los empleos recuperados en la minería del carbón. En el fondo para los republicanos se trata de una argucia ideológica para imponer su visión retrógrada de la vida y de la destrucción planetaria: antes que ceder sus falsas ideas enfermas colindantes a la estupidez y los privilegios momentáneos de los más ricos representados por Trump prefieren imponer el suicidio planetario.
  • Valga precisar que el Acuerdo de París sobre el cambio climático establece el camino hacia un mundo sostenible mediante cambios drásticos en la economía global que garanticen un descenso de la emisión de gases de efecto invernadero. El objetivo del acuerdo es contener el aumento de la temperatura muy por debajo de los 2 grados centígrados respecto a la era preindustrial y de seguir esforzándose por limitar este aumento a 1.5 grados centígrados. Aunque muchos expertos dudan de que se pueda lograr este descenso de las temperaturas dado el nivel actual de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
  • Los expertos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) estiman que es necesario reducir las emisiones entre 40 y 70% entre 2010 y 2050 para mantener las temperaturas por debajo de los 2°C. El acuerdo no especifica metas obligatorias a cada país, como sí lo hacía el protocolo de Kioto. Ahora cada país signatario del acuerdo de París fija sus propios objetivos de reducción de emisiones a ser alcanzadas entre 2025 y 2030. Por su parte, Estados Unidos ya se había comprometido a reducir sus emisiones entre un 26 y un 28% de aquí a 2025, respecto a los niveles de 2005. Pero ahora el presidente Trump tiró a la basura el digno propósito.
  • Los planes de acción nacionales contemplados en el acuerdo de París evitarían el cataclismo de un incremento climático de más de 4 o 5 grados centígrados previsibles en ausencia de políticas sostenibles. De suyo los científicos han demostrado que el planeta caería en una situación sumamente peligrosa con un incremento de temperaturas climáticas de más de 3 °C. De ahí la necesidad de establecer compromisos para mantener las temperaturas entre 1.5 y 2 °C.
  • Las organizaciones no gubernamentales presionan para que un máximo de países cumplan y revisen al alza sus ambiciones de contener la emisión de gases de efecto invernadero a partir de 2020. Sobre todo tomando en cuenta que las tecnologías de energía alternativas serán más accesibles. Por ello la primera revisión obligatoria de políticas ecológicas de contención de gases está prevista para 2025, a pesar de que muchos califican que será demasiado tarde para alcanzar la meta de los 2 º C. A su vez, los países signatarios deberán comunicar para 2020 su estrategia para reducir la emisión reducida de dióxido de carbono con vista al 2050.
  • El acuerdo de París prevé que los países deberán rendir cuentas de las acciones programadas y de los resultados obtenidos. Se consideró que es necesaria cierta flexibilidad para algunos países, en particular los más pobres. Cualquiera de los países que ratificaron el acuerdo puede abandonarlo. Pero no antes de los tres años tras su entrada en vigor (noviembre de 2016). La retirada se hace efectiva tras un año suplementario de preaviso. La opción más radical consiste en abandonar la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que puede hacerse en un año.
  • Valga recordar que en 2009 los países ricos habían prometido que su ayuda alcanzaría los 100 mil millones de dólares en 2020 para financiar infraestructuras energéticas limpias a nivel mundial. El texto de París establece que los 100 mil millones de dólares son apenas un mínimo anual y que se fijará un nuevo objetivo para 2025. Sin embargo, una hoja de ruta publicada en octubre por la OCDE y unos cuarenta países estima que sobre la base de los compromisos anunciados, la ayuda alcanzaría a 67 mil millones anuales en 2020 (gobiernos, bancos de desarrollo y otras instituciones).
  • Pero regresando a Trump el inefable, es necesario reflexionar de por qué el enfermo hace lo que tanto lastima los equilibrios mundiales bajo su cantaleta de “América Primero”. En términos psíquicos ya hemos visto en entregas anteriores que su narcisismo fálico lo lleva a buscar el predominio hegemónico como pulsión de muerte: si yo no predomino entonces que se mueran todos, o bien, si no aceptan mis condiciones nos moriremos todos. Pero en términos políticos sus agresiones sistemáticas nos llevan a recuperar las viejas discusiones sobre la vigencia del imperialismo norteamericano de los años cincuenta y sesenta.
  • Se trata de revisar críticamente las políticas públicas utilizadas por los gobiernos estadounidenses para ejercer su fuerza hegemónica procedente de su poder económico, financiero y militar. O bien, en términos más adecuados, nos referimos a su viejo predominio geopolítico, geoeconómico y geoestratégico que ahora vemos en franco descenso. Lo cual lo se vuelve peligroso: el viejo oso se ve acorralado, tira zarpazos a lo loco y prefiere la destrucción planetaria antes que perder su hegemonía.  
  • Mucho se dijo de las presiones del complejo militar-industrial para mantener una agresividad exterior que alcanzó su punto más dramático y controversial en la guerra de Vietnam. Después de esa derrota histórica han venido otras derrotas en serie, con Irak y Afganistán como expresiones de un imperio que se niega a dejar de serlo pero que ya no cuenta con los recursos para mantener al mismo tiempo varios frentes de conflictos abiertos. Pero ese declive histórico ahora con Trump cobra una nueva dimensión: no sólo el viejo imperio ya no tiene la manera de imponer sus condiciones sino que ahora ha logrado convertirse en el imperio que va desnudo y cuyo mandatario se ha convertido en el personaje más ridículo y odiado del mundo.

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