El publicista arrepentido.

Hay muchos publicistas no arrepentidos y que no se hacen responsables de lo que gran parte de la publicidad ha generado en la sociedad occidental contemporánea. Y que se sienten muy orgullosos y satisfechos.

Pero hay otros muy arrepentidos, que han tenido que reinventar su vidas, buscar canales para paliar su culpa, cambiar su profesión o apurarse en incrementar su nivel de vida para retirarse y realmente hacer lo que siempre habían querido.

La publicidad es invasiva, se entromete en todos lados por todos los rincones, una persona en promedio recibe alrededor de cuatro mil estímulos publicitarios por día. Estamos bombardeados por todos lados, no hay descanso ni para el espectador inconsciente que todos llevamos dentro.

En qué momento de la historia comunicar algo se convirtió en mentir y en manipular. Los fanáticos de Mad Men lo tienen claro, ahí se describe perfectamente la batalla por ganar cuentas y la batalla por incrementar ingresos de productos, incluso nocivos, fantaseando con un modelo ideal de vida. Gracias a la llamada modernidad.

A partir de ahí y hasta las pastillas para adelgazar que se venden en facebook (y te matan) los artilugios no tienen ningún tipo de escrúpulos, invitan a la desinformación o a la posverdad, pero con una profunda seducción para que la carencia emocional de cada uno se llene un poco temporalmente. Es bien conocida la estrategia de los medios a través de los noticieros dictando el terror de los acontecimientos mientras los anuncios son el paraíso del ser humano. O la famosa publicidad subliminal de los ochenta en productos de bebidas y cigarros que escondían escenas sexuales en los detalles para seducirte inconscientemente.

Por otro lado la publicidad también ha alcanzado un nivel de crecimiento, un nivel expresivo mucho más alto que muchas piezas de arte.  También hay muchas personas que apuestan  por hacer otro tipo de comunicación, pero la realidad del mercado salvaje dicta crecimiento, crecimiento, crecimiento y crecimiento cueste lo que cueste.

La insatisfacción emocional social permanente es parte de la necesidad general que requiere el mercado para subsistir, los moldes y aspiraciones emocionales deben ser inalcanzables y poco reales para que el producto, servicio o experiencia en turno, calme por unos momentos la angustia pero enseguida se construyen más necesidades a mil por hora.

Este juego no se detiene por la tecnología, y al contrario, se acelera cada vez más y se desplazan los polos sociales cada vez más con el único remanente de calma que representan los ideales de la ficción, la publicidad, el entretenimiento y sus equivalentes digitales sobre todo en redes sociales.

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