Al parecer es muy conocida la sospechosa relación entre el dinero y las religiones, pero a la vez es muy poco difundida o poco analizada a profundidad. La fe como moneda de cambio para pastores, guías espirituales, sacerdotes y otros gurús frente a los diezmos o pagos por la fe. La fama de los pastores cristianos brasileños y sus riquezas son el ejemplo contemporáneo más llamativo de esta polémica relación. Que incluso está alcanzando un poder político de gran escala en Brasil.
Pero esta relación tan especial entre dinero y fe, no es nada nueva, al contrario, es casi tan antigua como Dios mismo. La institución más polémica y opaca de la historia del dinero es el Banco del Vaticano. Conocido oficialmente como el Instituto para las Obras de la Religión. Una institución financiera en un pequeño Estado dentro de otro Estado que goza de plena autonomía para operar discrecionalmente, es decir, el Vaticano es técnicamente un paraíso fiscal.
Dentro de este contexto de opacidad y falta de transparencia ha reinado la duda desde que fue fundado oficialmente en 1943 como un gran fondo de inversión. Tiene operaciones en miles de cuentas de inversión en todo el mundo. Los rumores de lavado de dinero de la mafia italiana y el financiamiento a grupos terroristas han sido acallado en numerosos intentos por denunciarlo, con sangre de por medio. Juan Pablo II se dedicó en este rubro a evitar cualquier método que intentara transparentar los movimientos del Banco del Vaticano o el Vatibanco.
Hay una lucha legal encarnizada entre magistrados italianos y representantes del Vaticano por transparentar años y años de opacidad. Las intrigas que involucran asesinatos han sido cuidadosamente tratadas para evitar que trasciendan masivamente a la opinión pública a diferencia de los escándalos de pederastia de la iglesia católica, que parece “menos” grave dejar que salgan a la luz a diferencia del monstruo económico que domina la religión católica.
La tercera parte de la película de Coppola El Padrino retrata muy bien estas sospechas que hacen de la institución religiosa una estructura más parecida a la mafia que al ministerio de Dios en la tierra. Hay que tener cuidado con las trampas de la fe y del dinero en manos de almas tan caritativas como las religiones. Religiones multimillonarias que le piden al ser en plena pobreza su disciplinado diezmo como acto de fe.