El poder real se balancea en las esferas globales financieras. El poder aparente lo ostentan los gobiernos. Pero, sin caer en lecturas conspiranoicas, la realidad es que la fuerza del poder real y el verdadero control lo ejercen los grandes grandes fondos de inversión privados.
Esos que están muy por encima del marketing que representa la lista de los ricos de Forbes, porque arriba de los más ricos del mundo están los verdaderos dueños del planeta. Los fondos privados que inyectan dinero a bancos centrales, a grandes bancos comerciales, a fondos de fondos y a grandes empresas, son los que controlan las decisiones fundamentales de los países occidentales y si no los controlan completamente, los castigan.
El pasado 7 de mayo Larry Fink, cabeza de Black Rock, el mayor fondo global de inversión privado, se reunió con AMLO. No sin antes hacer la pantomima de reunirse con todos los aspirantes a la presidencia (excepto El Bronco) para evitar sospechas, pero la reunión era clara, conocer y acotar, para dar el visto bueno a AMLO. Meade ha tenido trato cercano durante dos sexenios con Fink y se notó la indicación cuando marcó el tono postelectoral al reconocer el triunfo de AMLO casi inmediatamente, para calmar y dar tranquilidad a los mercados e inversionistas.
Una vez que ya se aprobó la reforma energética que favorece los planes de integración energética de norteamérica y asegurando la modulación del tono de AMLO, le dan el visto bueno.
El fraude de 2012 y el retorno del PRI se selló con la garantía de ahora sí privatizar el petróleo. ¿Y a favor de quiénes son los contratos más grandes? A favor de empresas como la llamada Infraestructura Internacional, creada por Carlos Salinas de Gortari a través de prestanombres, que compró Black Rock, el fondo que encabeza Larry Fink y que son los grandes beneficiados de contratos petroleros, además de uno que otro ex funcionario mexicano de alto nivel.
Y no sin antes hacer un pequeño gran movimiento previo que no dejaría escapatoria para tener controlado a AMLO, Black Rock compra a finales de 2017 la gestora de fondos más grandes de Citibanamex como medida precautoria (amenaza) de sacar su capital de golpe y causar una enorme crisis nacional si AMLO no se alínea a sus intereses y deja intacta la reforma energética y los principios macroeconómicos.
Black Rock es también el principal fondo de inversión con dinero y control de las empresas más grandes que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores, por todos lados ha puesto candados.
Con el triunfo de AMLO, además se da un respiro a la sociedad mexicana con un poco de estabilidad, seguridad y cambio de percepción después de una guerra monumentalmente “innecesaria”, que también dejó dividendos al ingresar dinero al sistema financiero y blanquearlo. A tal grado de ser un paracaídas durante la crisis del 2008 que salvó a muchos bancos.
Esto, más el gran descontento de la población volcándose masivamente a las urnas para no dejar duda del castigo al PRI y al PAN, permitió la llegada de AMLO, aderezado con su enorme necedad.
AMLO se alineó a las prioridades de Black Rock y como premio lo dejaron llegar.
Mucho tiene que ver el enojo de la población con el cinismo con que se despachó el PRI durante el sexenio. Incluso los inversionistas globales exigían ya seguridad, menos corrupción y estabilidad en el país porque todo se estaba saliendo de las manos, a pesar que el gran negocio del narco también los beneficiaba indirectamente, pero exigían ya un mínimo de decencia en la vida pública del país.
La indicación fue, hay que dejarlo llegar. Le conviene a los mercados y está bien delimitado, no se pasará de la raya. Y al mismo tiempo AMLO logró su objetivo, llegar e intentar pasar a la historia como un presidente ejemplar.
Al parecer, el poder real está en los fondo globales de inversión. La unidad de medida es: te alineas por las buenas o por las malas, las malas con bloqueo comercial que mata de hambre a la población, más amenazas permanentes de guerra y estrangulación mediática permanente.
Sin restarle ningún mérito al esfuerzo de AMLO ni al tsunami electoral que lo arropó, pero sí con la sorpresa de que todos se alinearon a los grandes mandatos globales. Y esperemos que esa pequeña ventana permita un crecimiento y madurez de la sociedad en un contexto un poco menos corrupto y violento.