- A la crisis interna se suma ahora el arribo de Donald Trump al escenario internacional y bilateral, para desgracia del mundo, de México y de Estados Unidos.
- Con sus posiciones esgrimidas en su primera conferencia de prensa del 11 de enero, Trump demostró que sus posiciones antimexicanas de campaña son programáticas, esto es, son constantes y no variables.
- Los gestos y posiciones impositivas de Trump son calificados como neo-imperiales y preocupan las políticas de apaciguamiento.
- El discurso de Trump de toma de posesión confirmó su disposición agresiva interna y externa. Quedó claro ese día aciago que Trump es un narciso supremacista blanco; su mujer resultó ser un maniquí comprado y su familia pareció salida de ‘barbilandia’.
- Las manifestaciones fundamentalmente de mujeres en varias ciudades de Estados Unidos al día siguiente de la toma de posesión de Trump, sorprendieron por su magnitud y apuntalaron lo que se anuncia como un movimiento general de resistencia contra un personaje que no esconde su racismo profundo y su machismo exacerbado.
- Las posiciones del magnate en su próxima reunión con el presidente Peña Nieto del próximo 31 de enero serán contundentes, como exigencias de predominio imperial y será importante ver cuál será la respuesta del mexicano: si Peña se comporta ese día como obsecuente y lisonjero bajará todavía más en las encuestas.
Continúa —> Un escenario crítico posible para el 2017