¿La creación artística y la cultura son inversiones a fondo perdido?

Uno de los creadores escénicos más importante de los años recientes, el director de escena y director artístico de la Schaubühne, el alemán, Thomas Ostermeier, reflexiona reiteradamente en varias publicaciones acerca del arte y del teatro en particular frente al libre mercado y a las políticas públicas.

Defiende acaloradamente el principio público del arte. Plantea la necesidad de cualquier sociedad en la que los creadores estén disponibles de investigar y reflexionar gracias a los presupuestos públicos otorgados por el Estado para artistas. Y evitar que los artistas tengan que hacer trabajos de medio tiempo que les permiten sobrevivir pero que les quitan tiempo para investigar en su quehacer.

Al final de cuentas el Estado benefactor como patrono y mecenas del arte. Una visión bastante monárquica de una sociedad. No por ello con falta de argumentos.

Ostermeier contrapone la sociedad de libre mercado en donde el entretenimiento y la rentabilidad ocupan el espacio que necesita ser ocupado por el arte y la cultura, para el desarrollo de la sensibilidad de una sociedad que le permita ser más crítica y consciente.

Tal vez el equilibrio entre esas dos posturas pueda ser el ideal donde la creación artística no sea vista como un accesorio elegante ni como un minúsvalido al que necesitan hacerle rampas económicas para que avance en su trayectoria y donde el entretenimiento no sea comida chatarra para el alma de subnormales.

Los mercados del arte y la cultura definitivamente no compiten con la maquinaria del entretenimiento aunque ocupan un lugar parecido en el fomento del ocio en una sociedad, una sociedad supuestamente plural y democrática como la occidental.

El ocio visto de manera activa enriquece, pero el ocio visto de una manera escapista envilece.

La figura del Estado en occidente está cada vez más adelgazada y está cayendo en una espiral anacrónica, decadente y corrupta en su esencia. Lo que favorece al libre mercado salvaje en donde los bienes públicos se tienen que privatizar para que sean competitivos, no siempre en la lógica de la ética, todo lo contrario, la lógica del capital es gasta poco para que ganes mucho, sin importar la calidad y los objetivos públicos. Los ejemplos brotan por muchos frentes.

Entonces ¿ese equilibrio ideal entre las artes, el mercado y las subvenciones será suficiente para construir una sociedad más sensible? El mercado no lo cree así y hoy por hoy quien ejerce el poder real del poder aparente es el mercado hiperlibre por encima de todo y de todos. Y para muestra el TLC y su renegociación.

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